La labor principal del liderazgo es el mejoramiento de la misión de la escuela, por ello, es que suele impactar positivamente en la calidad de educación. Según ello, su acción prioritaria se orienta a crear contextos para el aprendizaje, focalizados en unas expectativas claras y atingentes a los niveles de consecución.

La calidad de la gestión pedagógica va unida al compromiso del personal y/o grupos humanos a dirigir. Es decir, un buen liderazgo permite la cohesión grupal, el cumplimiento de metas y el desarrollo de personas. Por lo mismo, en algunos casos los líderes son quienes detectan y guían el proceso de rediseño institucional, solucionando ciertos nudos críticos, como, por ejemplo: el aislamiento de los colegas, limitaciones de tiempo, falta de conexión entre escuela y comunidad, etc. Dicho de otra forma, el liderazgo de los equipos escolares permite coordinar actividades o intercambiar aprendizajes, posibilitando el crecimiento y el aprendizaje de la organización (Murphy,2015).

Las escuelas que tienen capacidad para mejorar dependen de equipos directivos que contribuyen a que la entidad aprenda a desarrollarse, superando los retos y dificultades a que tiene que enfrentarse. Igualmente, los informes internacionales (McKinsey y Company, 2008; OECD, 2008) ponen de manifiesto que el liderazgo de los equipos directivos es un factor crítico en la mejora de los aprendizajes.

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